Es 1940. Un barco mercante rescata a un grupo de alemanes que viajan en una embarcación a la deriva. Como muestra de agradecimiento por el amable y decisivo gesto, el capitán recibe un obsequio: un emblema de oro y piedras preciosas. Alrededor de ese emblema gira la historia de Paul, un joven huérfano en el Munich de entreguerras, que quiere descubrir, cueste lo que cueste, la verdad sobre la muerte de su padre. A las dificultades para sobrevivir en un periodo tan oscuro, se le añadirán el amor incondicional por una chica judía, la incesante persecución de su primo y su entrada en la masonería.
Me ha parecido espectacular la
manera de hilar el primer episodio con todo el resto de la historia, pasando de
no tener nada que ver con el resto a, de repente, darle sentido a todo. No voy
a desvelar nada más sobre este misterio como tal, pero no me he podido resistir
a destacar esto lo primero.
La trama en sí tiene un poco
de todo: historias de amor y desamor tanto entre los protagonistas como en
segundo plano; lucha de clases en ese
contexto histórico tan peculiar como fue el periodo de entreguerras en
Alemania, muy infrautilizado en la literatura en mi opinión y que daría pie a
toda clase de obras interesantes; sociedades secretas que pueden atraer a
aquellos a los que les gusten este tipo de historias, pero que no ahuyentan a aquellos
que no son muy proclives a ellas; conflictos personales y familiares de diversa
índole que cuadran muy bien en el conjunto de la trama sin sobrecargar en
exceso.
El lenguaje es sencillo, aunque
apropiado al contexto histórico y a lo que se quiere contar. Por este motivo la
lectura es rápida y propicia que el lector se enganche y quiera saber más y
más.
Sin desvelar nada: el final me
parece absolutamente sublime a la par que sorprendente en algunos aspectos.
Altísimamente recomendable.
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